Guía para limpiar el higado, los riñones y la vesícula






El método Fusión para limpiar el hígado y la vesícula aporta al protocolo clásico de limpieza hepática toda una serie de cuidados que minimizan los inconvenientes y en cambio, maximiza sus resultados, corrigiendo por ejemplo, el efecto de las sales sobre los intestinos sensibles, mediante procedimientos de hidroterapia.Además, adapta los horarios, facilita ayudas para el descanso nocturno y expone pequeños trucos para sobrellevar las noches curativas del proceso limpieza hepática. Expone las razones y justificaciones de éste sorprendente método curativo de un modo claro, sencillo y rápido para conducirle -en el mínimo espacio de tiempo- hacia la salud. Este método maravilloso, se ha revelado como imprescindible en la medicina natural de la actualidad y aquí aprenderá cómo limpiar los riñones de un modo sencillo, sano y eficaz, así como la importancia de los líquidos orgánicos para la salud.
La limpieza hepática y de la vesícula es una cura fácil y natural. Por desgracia, poca gente sabe como limpiar el hígado! La mayoría lo tenemos lleno de sedimentos que atrancan su trabajo, sin saberlo. Echamos la culpa a el estómago, intestinos, piel, alergias, corazón etc…, pero en la raíz de todas la patologías está el silencioso Hígado. El hígado es el gran olvidado de la medicina! O el gran desconocido, pues sin manifestarse en los análisis puede estar en insuficiencia, “amargándonos” la vida. Comparativamente con el hígado, poca gente tiene piedras en la vesícula. Pero miles de ellos pasan por el quirófano a operarse de las piedras. Si tienen tantas en la vesícula, imagínate como tendrán el hígado: ¡congestionado!.
Es muy cierto que la mayoría de las personas tenemos el hígado también afectado por un exceso de sedimentos o depósitos, que conocemos como cálculos o piedras hepáticas, y que pasan desapercibidos para la medicina oficial y también para la alternativa. Pero lo peor es que no sabemos cómo limpiarlas o desalojarlas, a pesar de ser muy fácil y conveniente para la salud. Con él, también se pueden expulsar las piedras de la vesícula pues, si operamos ésta, se nos restan años y calidad de vida, total para seguir con un hígado lleno de sedimentos y mas insuficiente si cabe aún después de la operación de vesícula. Al extirparla, quedaremos con la digestión estropeada de por vida, pues sin ella la bilis se queda sin saco para acumularse. El fin de la vesícula es concentrar y expulsar la bilis cuando la comida llega al intestino delgado, y gracias a ella se digieren las grasas, se eliminan los tóxicos del hígado, se hace la digestión de proteínas e hidratos de carbono (junto a jugos pancreáticos), se depuran y limpian los intestinos, se neutraliza el acido clorhídrico proveniente del estomago etc… Pero al no tener suficiente bilis acumulada (por falta de vesícula), los pacientes operados tienen que conformarse con el gota a gota que fabrica el hígado, que es diez veces menos concentrada que la de la vesícula. Quedan por lo tanto, con la digestión deteriorada para siempre y no podrán abusar de nada, quedando mutilados para simplemente malvivir, y desembocando en numerosos otros procesos patológicos como la osteoporosis (debido a que el calcio se absorbe junto con las grasas, y éstas se eliminan sin digerir).
Pero el problema consiste en que no sólo hay cálculos en la vesícula, sino también dentro del hígado, y obstruyendo los canales biliares, todo lo cual merma las funciones de éste. El hígado congestionado por cálculos no se detecta con análisis ni ecografías, pues éstos tienen la misma densidad de los tejidos hepáticos, ya que están formados en un 96% de colesterol. El hígado graso es un caso extremo de ello. Por causa de los sedimentos intrahepáticos o cálculos, el hígado se ve incapaz de fabricar suficiente cantidad bilis para la digestión (1litro y pico al día), y cantidades de comida sin digerir avanzarán y se degradarán en los intestinos, terminando todo ello por intoxicarnos. Cuando se supera la capacidad de los sistemas orgánicos de excreción y neutralización del hígado, las toxinas se van acumulando por los diversos órganos y sistemas, causando TOXEMIA (o intoxicación). Ella es, según la Naturopatía, el origen o causa de todas las enfermedades que sobrevendrán con posterioridad. El hígado es el núcleo de la salud.
Un hígado insuficiente, lleno de residuos, puede estar al 40% de su capacidad sin dar síntomas de su grave deterioro, repercutiendo en cambio en otros sistemas debido a su mal funcionamiento. Esta disfunción hepática conlleva, a la larga, un acumulo tóxico a todos los niveles: sanguíneo, muscular, cutáneo, linfático, intersticicial…, y termina degenerando en las múltiples patologías que conocemos y clasificamos con distintos nombres como enfermedades, pero la causa original es siempre es la Toxemia orgánica producto de una mala digestión y eliminación de los residuos del metabolismo. La obstrucción de los canales del interior del hígado por cálculos obliga al laboratorio del cuerpo a la insuficiencia funcional, y de ahí a la enfermedad sólo hay un paso. Realmente, no hay enfermo que no tenga un hígado disfuncional.